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Capítulo veintisiete

Ajax no había dicho mucho desde que le conté quién me había secuestrado. Me preguntó si tenía hambre y si estaba bien, pero mi compañero estaba perdido en sus pensamientos de venganza. Coloqué mi mano en su muslo y apreté mientras nos llevaba de regreso a la manada.

—¿El coche debe ser incómodo par...