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Todas nuestras conversaciones se convierten en peleas. Lo escuché ordenar algo y luego irse furioso. Escuché la puerta principal cerrarse de golpe y quité las barras de plata. Abrí la puerta y vi que los tres lobos seguían allí.

—¿Pueden ponerse en fila, por favor? —les pregunté. Cuando se pusieron...