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Capítulo 23 La vida es una pelota

—Gracias por tu ayuda, Víctor, pero puedo entrar a la casa por mi cuenta —dije mientras me dirigía a la entrada principal de la mansión de Alex.

Moviéndome lentamente con los pies descalzos, sostenía con una mano la fea bata de hospital que llevaba puesta. No podía creer la diferencia que unas poca...