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Algo perverso está por venir

Al día siguiente

Kai irrumpió en la oficina de Jordan en su casa. Con los ojos morados, miró fijamente al gran lobo. —Bueno, adelante, estoy esperando.

Jordan se quitó las gafas, se recostó en su silla y cruzó los brazos sobre el pecho. —No tengo ni idea de a qué te refieres.

—¡No me vengas con...