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Capítulo 337 Dijiste que nunca me obligarías

La nariz de Sarah hormigueaba, y las lágrimas se acumulaban en sus ojos.

Sobresaltado por el sonido, Antonio abrió los ojos de golpe y usó la pared como apoyo para levantarse.

—Sarah, estás despierta.

Justo cuando terminó su frase, sus piernas cedieron debajo de él.

Después de estar sentado inmó...