Read with BonusRead with Bonus

Capítulo 1 Me traicionó

—¡Cariño, estoy embarazada!

Cuando Sarah abrió la puerta para compartir con su esposo la buena noticia, escuchó sonidos ambiguos provenientes de su dormitorio.

—Antonio, te amo... ¡mmm!

—Yo también te amo...

Los dos se confesaban su amor mientras gemían.

Sarah se quedó paralizada y su rostro se puso pálido.

Después de un momento, dio un paso adelante y empujó la puerta con los dientes apretados. Sarah vio la espalda fuerte de su esposo Antonio y a él sosteniendo a Lisa Randall, su media hermana, en sus brazos.

—Antonio, ahora que tenemos un hijo. ¿Cuándo vas a divorciarte de Sarah?

Antonio permaneció en silencio.

Lisa se rió mientras dibujaba círculos casualmente en su pecho. —¿Qué vas a hacer si Sarah también queda embarazada?

Una voz fría salió del hombre. —Le pediré que lo aborte.

Estas palabras golpearon a Sarah como un rayo, haciéndola jadear de sorpresa. Involuntariamente dejó caer el informe de la prueba de embarazo al suelo, su mano corriendo a cubrir su boca.

Dio un paso atrás, su corazón latiendo con fuerza, mientras observaba la habitación sucia a su alrededor.

¿Cómo podía tratarla así? ¿La había estado engañando durante sus tres años de matrimonio? Ahora, no era suficiente para Antonio tener un hijo con otra persona; quería que ella abortara el suyo.

Las lágrimas corrían por sus mejillas mientras se daba la vuelta sin mirar atrás, recogiendo rápidamente el informe de la prueba antes de huir de la habitación.

En el dormitorio contiguo, Lisa se animó al escuchar los pasos apresurados y el portazo. Se levantó lánguidamente de la cama, con los labios fruncidos en diversión, y empujó a 'Antonio' fuera de la cama. Cayó al suelo con un estruendo.

Al observar más de cerca, 'él' no era un hombre real, sino una imitación de goma.

Lisa enderezó sus tirantes de seda y pateó sin preocupación la figura de goma antes de tirar una grabadora a la basura. Había engañado a Sarah con éxito, y todo había valido la pena.

...

Sarah aceleraba por la carretera en su coche, su mente era un torbellino de confusión y sorpresa. Nunca podría haber imaginado que el hombre al que había amado durante años la trataría de esa manera. Los sonidos viles y las conversaciones entre esas dos personas se repetían en su mente, haciéndola temblar involuntariamente.

Apretó los dientes y marcó el número de Antonio. A pesar de todo, necesitaba escuchar de él personalmente por qué le había hecho esto.

Mientras tanto, en la oficina del CEO de Valencia Inc., Antonio estaba sentado en su escritorio, su rostro contorsionado de ira, sosteniendo un montón de fotos incriminatorias. Estas fotos mostraban escenas íntimas entre Sarah y otro hombre.

Apretó las fotos con fuerza, sus nudillos blancos, cuando su teléfono sonó. Ver el nombre de Sarah en la identificación de llamadas solo intensificó su desagrado. ¿Cómo se atrevía a llamarlo después de traicionarlo? Al contestar la llamada, se encontró con la voz llorosa de Sarah, preguntando frenéticamente:

—Antonio, ¿el hijo de Lisa es tuyo?

Antonio se detuvo por un momento antes de burlarse. —¿Y qué si lo es? Ella lo había traicionado y ahora estaba inventando mentiras para cuestionarlo.

—Antonio, te odio —la voz de Sarah sonaba distante y rota, haciendo que Antonio se sintiera molesto. Aflojó su corbata y preguntó:

—¿Dónde estás?

—¿Acaso importa dónde estoy para ti? —La desesperación envolvía a Sarah mientras pronunciaba esas palabras, un sentimiento que nunca había conocido antes.

Antonio se quedó desconcertado por su tono. ¿Realmente pensaba que él había hecho algo mal? Exigió una aclaración, pero antes de que Sarah pudiera responder, un camión se desvió diagonalmente hacia ella.

Desesperadamente intentó frenar, pero los frenos habían fallado. —Yo... ¡Ah!

Al escuchar el grito aterrorizado de Sarah, el corazón de Antonio tembló. —Sarah, tú...

En ese momento, Sarah no tuvo tiempo de decir nada más e instintivamente giró hacia la derecha. El coche atravesó la barandilla y cayó por el acantilado.

—¡Bang!

El sonido del coche estrellándose resonó a través del teléfono antes de que el silencio envolviera la llamada. Antonio se quedó atónito al principio, luego de repente saltó de su asiento, gritando:

—¡Sarah!

Pero ya no hubo respuesta de su parte...

Previous ChapterNext Chapter