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Capítulo cincuenta y siete

Annabelle corrió por el sendero de tierra y contó las cabañas. Se detuvo frente a una puerta de madera dañada y comenzó a golpearla.

—¡Maribel! —Una tela se movió frente a una pequeña ventana y vio el rostro de la niña.

—Eres tú —dijo Maribel con los ojos llenos de miedo.

—¡Tienes que irte, Mari...