Read with BonusRead with Bonus

Capítulo cincuenta y cinco

Annabelle se despertó sobresaltada cuando una mano tocó su hombro. Miró a los ojos del hombre que traía los desperdicios de la cocina dos veces al día. Se apartó de él y se acurrucó contra la pared.

—Tranquila, mujer. El Rey ha mandado por ti —dijo él.

—Me azotaron ayer —dijo ella con la voz liger...