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Capítulo veintiocho

Esten se acercó a las grandes puertas de madera del castillo. Dos guardias estaban en las almenas y uno sonrió al levantar la cabeza.

—¡Buenos días, Clermont! —El guardia se giró cuando Esten levantó la mano en señal de saludo—. ¡Abran las puertas!

Esten sonrió para sí mismo mientras las puertas s...