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Capítulo veinticinco

Annabelle yacía en la cama mientras los suaves ronquidos de Clermont llegaban a sus oídos. Él se había quedado dormido rápidamente y ella se deslizó fuera de su abrazo cuando sus brazos alrededor de ella se aflojaron. Se lavó con un cuenco de agua en la esquina y se volvió a vestir con su ropa.

Sal...