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Capítulo veintiuno

Era la primera mañana desde su boda que Clermont no se había vaciado en Anna. Ella se despertó sobresaltada al ver a Clermont ya vestido y empacando las pocas pertenencias que habían usado la noche anterior.

—Deberías vestirte, Anna. Necesitamos irnos.

Ella asintió con la cabeza aunque Clermont le...