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Capítulo 97: punto 3

Me asegura y agarra una silla que coloca debajo de mi trasero. —Ahora, Gatita, es hora de la venganza con intereses— dice con esa voz aterciopelada que me empapa. ¡Maldito sea este hombre! Se sienta en la silla con una sonrisa en la cara. Puedo sentir la punta de su aún duro pene rozar entre mis nal...