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Momento agradable

Murilo

Virgínia se inclinó aún más cerca de la pared y sus piernas parecían temblar cada vez que metía mi lengua más profundamente en su caliente coño, chupando con placer y haciéndola gemir cada vez más fuerte.

—¡Voy... a... venirme! —Gritó la última palabra y sentí, por su grito, que había...