Read with BonusRead with Bonus

Rina

RINA

Instantáneamente, mis sentidos volvieron a mí. Abrí los ojos de golpe y, por un momento, dejé de respirar.

—Rina, ¿estás ahí?

Mierda. Miré hacia abajo a Piccolo Maestro, quien seguía con su acto pecaminoso. ¿No lo había oído? ¡Mammà estaba aquí!

Para burlarse de mí, frotó mi clítoris, enviá...