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Vincenzo

Vincenzo

Irrumpiendo en su habitación, estampé a Liliana contra la pared. El deseo se multiplicó de tal manera que no podía pensar con claridad. Mi mano fue a sus pechos, y ella gimió como la puta que era, negándome la oportunidad de disfrutar de su suavidad.

—Sabes lo que te he estado diciendo, L...