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Rina

El rugido de mi estómago volvió a robarme la atención. Por lo que parecía ser la enésima vez.

El reloj marcaba las doce y cinco. Habían pasado nueve horas desde la última vez que comí. No había tenido la oportunidad de visitar la cafetería por razones obvias. En retrospectiva, me reprendí por ser u...