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Rina

Rina Zante

—Que la diosa de la luna te proteja.

—Así sea. —Abrí los ojos, sin ocultar mi diversión—. Me estoy mudando al piso de arriba, Mammà, no dejando el condado.

—Siempre necesitas oraciones. Siempre. Te lo digo todo el tiempo. —Aunque su tono era severo, llevaba una sonrisa.

La abracé y le...