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Capítulo sesenta y tres

Gabriela

Enzo realmente no se contuvo como había dicho.

Tan pronto como pronuncié las palabras, sus labios se estrellaron contra los míos en un frenesí ardiente, como si hubiera estado hambriento de ellos durante mucho tiempo. Me abrí a él sin reservas y le dejé tomar tanto como quisiera. Yo era ...