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Noventa y ocho

La puerta se abrió revelando a alguien durmiendo en la cama. Me quedé sin aliento cuando vi quién era.

—¿Melissa? —me acerqué a la cama, esperando estar viendo a la persona correcta.

Ella no hablaba, estaba conectada a cables. El monitor cardíaco que revelaba lo mejor de su corazón emitía un pitid...