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Setenta y cinco

Mis ojos se abrieron de par en par, pero no pude apartarlo. La puerta se abrió y mi mamá entró. —¡Oh, Madre de la Luna! Lo siento, chicos.— Salió apresuradamente de la habitación, escuché sus zapatillas haciendo ruido mientras se alejaba por el pasillo.

Baron levantó la cabeza y miró hacia la puert...