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Setenta y tres

—Tampoco puedes negar lo seguro que soy de mí mismo —añadió, todavía hablando de sus dones otorgados por la Diosa de la Luna, que eran ciertos, pero preferiría que me arrancaran la lengua antes de dejar que él lo supiera. Baron era el típico chico arrogante que no podías evitar admirar, no solo porq...