Read with BonusRead with Bonus

Sesenta y cinco

No tenía idea de qué esperar, pero de alguna manera sabía que las cosas no iban a terminar bien para mí. No tenía un lobo. Al menos no uno que quisiera que alguien viera. No podía correr ese riesgo. Fue repentino para mí. Era algo que no tenía intención de dejar salir.

—¿Estás bien? —Baron me miró ...