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Capítulo cincuenta

—¿Por qué hiciste eso? ¿Por qué le mentiste? —le increpé en cuanto la puerta se cerró tras mi madre.

—De nada —tocó la punta de su nariz.

Quería borrar esa estúpida sonrisa de su cara—. No estoy agradecida por lo que hiciste.

—Aun así, de nada.

Gruñí de frustración y molestia—. Me arañaste la espald...