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Cuarenta y seis

Katharina

Estaba de pie frente al espejo del tocador en mi habitación. Mis ojos estaban hinchados, mi cabello era un desastre enredado. Mi nariz estaba roja de tanto llorar. Simplemente me quedé mirando mi reflejo deprimido y desolado. ¿Tal vez debería huir de aquí? Cada vez que pensaba en la escue...