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Cuarenta y dos

—¿No puedes entenderlo? —Las venas de Aaron eran muy visibles y estaban llenas de ira.

—¿Entender qué?

—No es asunto tuyo.

—Podremos ser gemelos, Aaron. Pero merezco mi respeto. No me hables así.

—Si quieres tu respeto, gánatelo ocupándote de tus asuntos.

—¿Y ver cómo acosas a la chica?

—No es...