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Veinticinco

Eran las dos de la tarde y estábamos en la cafetería del campus. Pensé que vería a los chicos, y al menos Lucas alegraría mi día. A pesar de mi honesta confesión de que no había nada romántico entre los chicos Salvatore y yo, Katelyn no parecía creerme, ya que ella y tres de sus amigas decidieron ar...