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Diecisiete

Era martes y hora de ir a la escuela. Estaba petrificada. Me encantaba la escuela, pero era una nueva escuela en una nueva manada. Aún no conocía a nadie, excepto a mis hermanastros, los chicos Salvatore. La noche había sido inquieta y llena de preocupaciones.

—Buenos días, cariño.

Mi madre me sal...