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Permanente

Nuestra respiración, mezclada con el potente olor a sexo, llenaba la habitación. Andrius no se apresuró a levantarse y caminar hacia el baño. No, él era una fuerza inmóvil sobre mí. Tenía un agarre firme alrededor de su pene. Sus ojos recorrían cada centímetro de mí que había marcado. Mi cuerpo temb...