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34. Final del juego

La próxima vez que desperté, estaba cayendo. Era como despertar de una pesadilla (Aster se había estado alejando flotando en un océano de sangre, alternando entre gritar pidiendo ayuda y maldecirme porque no podía ayudarla) y literalmente caer en otra. El viento chillaba en mis oídos, el mundo era u...