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Capítulo 5 — Contrato

Jean Verodine

—Esto está realmente bueno, señorita —dijo Romina, la criada de Blake, y le sonreí. Ahora mismo, estoy haciendo pasta para mí y para Blake. Pensé que debería hacer algo para agradecerle por dejarme quedarme aquí un tiempo.

Dejé que Romina probara la comida y me dio un pulgar arriba.

—No está salado, ¿verdad? —le pregunté mientras lo probaba de nuevo.

—Está perfectamente sazonado, señorita Verodine.

—No seas tan formal, solo llámame Jean —le di una palmadita en el hombro y ella asintió.

—¿Qué está pasando aquí? —Blake entró de repente.

—Preparándote la cena —le dije con un tono dulce y él me miró sorprendido.

—¿Cena?

—Siéntate —lo llevé al comedor y lo hice sentarse. Puse el plato de espaguetis frente a él. Lo miró y luego me miró a mí.

—¿Qué? —le pregunté, pero él solo me miraba en blanco. Volví a la cocina y tomé otro plato.

—Señorita, quiero decir, Jean, te olvidaste de...

—Es para ti —le sonreí y ella me miró conmovida.

—Gracias por ayudarme —dije y salí de la cocina. Me senté frente a Blake y miré los espaguetis emocionada.

—¿Dónde se fue mi Jean fría? —preguntó Blake y lo miré.

—¿Quieres que vuelva a ser fría?

—No, pero es increíble que puedas cambiar en unas pocas horas —dijo.

—Come, me muero de hambre. Dime qué piensas de esto —señalé los espaguetis con mi tenedor. Él empezó a comer.

—Esto es raro para mí.

—¿No te gusta? Puedo hacerte...

—No es la comida, está buena, sino tú —me miró seriamente.

—¿Qué pasa conmigo?

—Cambiaste de la Jean fría a la Jean dulce en solo unas horas. Me gusta que hayas aceptado casarte conmigo, pero esto es raro —me señaló y asentí.

—Solo quiero agradecerte por dejarme quedarme aquí.

—Vas a ser mi esposa pronto, no necesitas agradecerme —dijo.

—Blake, no voy a ser tu esposa de verdad. Soy tu marioneta —afirmé el hecho obvio.

—Jean...

—¿Te gusta? ¿Cuál es tu comida favorita? Así puedo cocinarla la próxima vez —le pregunté y me miró extrañado.

—¡Aún no me acostumbro a esto!

—Te acostumbrarás pronto —dije y ambos comimos nuestra comida. Hablamos poco, después de terminar toda la comida, fui a la cocina con los platos sucios y los lavé.

—Jean, ¡déjame! —Romina corrió hacia mí y me reí.

—Está bien, solo descansa. Apuesto a que ya estás cansada —le sonreí. Después de lavar todos los platos, salí al comedor y encontré a Blake ocupado con su teléfono.

—Hagamos el contrato —dije y de repente alguien llamó a la puerta. Blake salió del comedor y eché un vistazo para ver quién había llegado.

—Hola, Blake —dos chicos de cabello castaño oscuro saludaron a Blake, el que llevaba un traje azul oscuro se parecía bastante a Blake.

—Hola, Aaron —Blake lo abrazó brevemente.

—¿Cómo estás? —preguntó el otro chico.

—Bien, ¿y tú? —preguntó Blake y entraron.

—Jean —Blake me llamó de repente y salí. Los dos chicos se volvieron hacia mí y Blake me acercó a él. Puso su brazo alrededor de mi hombro.

—¿Chica nueva? —¿Perdón?— dijo el chico llamado Aaron.

—Mi futura esposa, Aaron, no una chica nueva —respondió Blake.

—Primera vez que te veo traer a una chica a tu casa —dijo el otro chico.

—Soy Jean —me presenté.

—Kenneth Domanco.

—Soy Aaron Samuel, su primo —dijo Aaron y asentí mirándolos.

—Encantada de conocerte —sonreí torpemente.

—Encantado de conocerte también, hermosa —Kenneth me sonrió guiñándome un ojo.

—¡No coquetees con ella! —Blake lo fulminó con la mirada y Kenneth se rió.

—Aquí estoy pensando que nunca te asentarías —dijo Ken.

—No lo estoy, contrato de matrimonio —respondió Blake y mis ojos se abrieron de par en par. Lo miré y él me sonrió.

—Podemos estar juntos después de que termines con él. ¿Perdón? ¿Crees que soy una cualquiera?

—Te voy a patear el trasero, Ken, ¡cállate! —Blake siseó mirándolo con furia.

—¿Dónde está el acuerdo y el expediente completo? —preguntó Aaron y Blake señaló la mesa.

—En esa mesa, ¡tómalo y vete! —Blake siseó.

—¿Con prisa? —Aaron nos sonrió con malicia y ahora me sentía asqueada. Chicos como ellos siempre usan a las chicas para satisfacer sus necesidades. Los chicos son estúpidos.

—¡Cállate, Aaron! —Blake lo empujó para que pudiera tomar el expediente que quería. Aaron tomó el expediente.

—¡Váyanse! —Blake los echó.

—¿Tan grosero, amigo? Nos vemos la próxima vez, ¿de acuerdo? —dijo Ken y me miró sonriendo.

—¡Adiós, diviértanse! —dijo Aaron y Blake cerró la puerta en su cara. Escuchamos sus risas.

—Hagamos el contrato —le dije fríamente.

—¿Fría otra vez? ¡Me gusta más la Jean dulce! —protestó Blake y puse los ojos en blanco.

—Dame dos papeles y hagámoslo en la mesa del comedor —dije.

—Pídemelo amablemente, cariño —me sostuvo por los hombros y se inclinó hacia mí.

—Solo trae los... —aparté sus manos de mis hombros, pero en su lugar recibí un beso. Me acercó sin detener el beso. Envolvió sus brazos alrededor de mi cintura asegurándome para que no pudiera ir a ningún lado. Sentí que mi sistema se volvía loco, la calidez y la sensación electrizante recorrían todo mi cuerpo.

—¡Blake! —lo empujé, pero él seguía manteniéndome en sus brazos besándome.

—¡Blake!

—Devuélveme a mi Jean dulce —se detuvo y me miró directamente a los ojos.

—Escribamos el contrato —me zafé de sus brazos y caminé hacia el comedor. Él trajo los papeles junto con los bolígrafos.

—Ambos escribimos el contrato y lo discutimos de inmediato para ver si estamos de acuerdo o no —dije y él asintió. Ambos comenzamos a escribir el contrato, pensé en muchas cosas sobre esto.

—Listo —dijo y lo miré incrédula.

—¿Listo? ¡Acabamos de empezar! —dije y él asintió cruzando los brazos frente a su pecho.

—Aquí tienes —deslicé mi papel hacia él mientras terminaba todo. Él también me pasó su papel y comencé a leerlo.

—¿Qué demonios es esto? —exclamó y lo miré.

—¿Qué?

—No dormir en la misma habitación, no besos, no abrazos. ¿Qué es este contrato? —Rompió mi papel y mis ojos se abrieron de par en par porque no esperaba que lo rompiera en pedazos.

—¡Eso es lo que quiero! —le siseé y él negó con la cabeza. Volví mi mirada al papel y mis ojos se abrieron de par en par porque su contrato era lo opuesto al mío.

—Somos marido y mujer, no extraños —dijo seriamente.

—Falso, Blake. Añade eso cada vez que digas marido y mujer conmigo.

—Aun así... Nos vamos a casar de verdad aunque sea todo por un contrato.

—Ay, Dios.

—Así que hagamos un nuevo contrato, futura esposa —sonrió con malicia y lo miré incrédula.

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