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Capítulo 82 Una extraña desesperación

—Me voy a casa —dije, y solté sus manos.

—Bien. Llámame si me necesitas —dijo él, y asentí. Me quité la bata blanca y la colgué en el perchero.

Lo miré y sonreí antes de salir de la habitación. Caminé de regreso a su apartamento.

Cuando entré, suspiré. Volver aquí me hacía recordar el tiempo en que...