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Capítulo treinta y seis

Aidan

—¡Buenos días! Arriba y brilla, cariño. Tienes que ir a trabajar hoy, así que levanta ese hermoso trasero —digo con una sonrisa en mi rostro mientras la veo acurrucarse más cerca de las almohadas que la rodean, gimiendo en su sueño.

Con una mano en el bolsillo de mis pantalones, la miro mien...