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CUARENTA Y CINCO | UNA OPINIÓN HONESTA

—Para empezar —Doc no se pierde nada, sus ojos se fijan en mis manos—. No detendrán el temblor. No del todo. Tus manos pueden estar firmes por períodos más largos, pero puede que de repente se sacudan.

—¿Como al azar? —frunzo el ceño, reconsiderando cuánto necesito esto si voy a estar preocupado po...