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Capítulo cuarenta

Las manos de James permanecieron en las caderas de Cassidy y no se atrevió a moverse.

—¡Dije que te quites! —espetó ella, levantándose e intentando alejarse de James, pero él la sostuvo firmemente.

—DEJA. DE. MOVERTE —le ladró James con una autoridad dominante que ella solo había presenciado en el...