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Capítulo treinta y cinco

—Crystal, ¿estás bien? —preguntó Lucy al notar que Crystal había comenzado a jadear.

—Agua —fue la única palabra que dijo. Su garganta se sentía seca y su cuerpo estaba rígido e inmóvil.

No había señales de pánico. Solo tranquilidad y silencio. El único sonido que podía escuchar era el de una máqu...