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Capítulo treinta y cuatro

—¡Damien! —gritó Anthony, poniéndose de pie.

—Mi señor, por favor, permítanme excusarme —suplicó Hazel con los ojos llenos de lágrimas.

—No vas a ninguna parte. Hablas delante de ella o te vas como dijiste.

Damien miró a su padre con furia.

—¿Y qué demonios pasó con Max? —le preguntó su padre.

...