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Corrió rápidamente hacia ella con el corazón latiendo con fuerza, y tan pronto como la alcanzó, la abrazó con fuerza, olvidando su enojo.

—Oh, Dios, no puedo creer que casi te pierdo —susurró, sosteniéndola con fuerza.

Ella temblaba en sus brazos, con la adrenalina recorriendo su torrente sanguíne...