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Parte noventa y tres

Me desperté a la mañana siguiente en una habitación extraña y mi cabeza latía como un tambor dentro de mi cráneo. Una masa de cabello rubio estaba en mi cara, sobre mi pecho y una pierna estaba lanzada sobre la mía, y mi brazo se sentía medio muerto. Moví mi mano y sentí su piel desnuda bajo mi mano...