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Capítulo sesenta y nueve

Tomé la caja de terciopelo que había estado en ese cajón durante meses y la apreté con fuerza en mi mano. Me giré para mirarla y exhalé lentamente. No tenía idea de por qué me sentía tan nervioso. Ya estaba hecho; ella ya había dicho que sí.

—¿Qué es eso? —Sus ojos se abrieron de par en par al mira...