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Capítulo cincuenta y cinco

—¿Quién es ella? —me preguntó Castiel mientras salíamos del ascensor.

Había una chica sentada junto a la puerta de mi apartamento con auriculares en los oídos y los ojos cerrados, apoyada contra la pared, con los brazos cruzados sobre su regazo. Tenía una mochila en el suelo a su lado y no parecía ...