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Capítulo cincuenta y cuatro

—Hola, hermano —dijo mientras pasaba junto a mí y me daba una palmada en la espalda. Me quedé en silencio unos segundos, sorprendido, mientras él se alejaba con paso despreocupado.

—Hola a ti también. ¿Qué haces aquí? —le pregunté.

—¿No puedo visitar a mi hermano? —preguntó. Negué con la cabeza po...