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Capítulo cuarenta y seis

Me levanté a las cinco de la mañana, haciendo panqueques y friendo tocino cuando Madison entró en la cocina atándose una bata alrededor de ella. Parecía sospechosamente como la mía, pero no dije nada, aunque le quedaba grande.

—¿Por qué demonios estás haciendo el desayuno a esta hora tan impía? —me...