




Capítulo tres
Estaba sentado en la pequeña mesa de la cocina de Joe cuando él deslizó un sobre por la mesa y vi mi nombre escrito en el frente.
—¿Qué es esto?
—El salario de esta semana —dijo, y parpadeé varias veces.
—Estoy trabajando para pagar mi deuda, recuerda.
Joe sonrió.
—¿Cuánto crees que cuesta una ventana?
—No me estoy quejando, Joe, solo estoy sorprendido —no había pensado en que la ventana se pagaría en algún momento. Me gustaba demasiado estar allí.
Me hizo una señal para que lo siguiera y subí por las cuerdas del ring de boxeo. Joe me entregó un par de guantes y me ayudó a atarlos. Se sentían bien en mis manos, el peso de ellos se sentía natural.
—Eres un buen chico, Kage, cuando quieres serlo. La agresión no es la respuesta y estas peleas en las que te metes, no son peleas en absoluto. Creo que te están golpeando —dijo Joe, y su mirada era dura.
—No pregunto sobre tu vida personal —dije. Me sentí avergonzado y mi reacción predeterminada fue ponerme a la defensiva.
—Háblame, no me hables, es tu decisión. No soy tu padre y no voy a presionarte para que hables. Tengo suficientes problemas propios, pero si quisieras hablar, te escucharía —podía escuchar la honestidad en su voz y la derrota se apoderó de mí.
—No es tan malo como parece. Roger se emborracha y usualmente solo estoy en su camino. Tengo un techo sobre mi cabeza y me alimenta mejor que otros lo hicieron. Créeme, he pasado por cosas peores, esto no es nada comparado con lo que he vivido —fue lo más honesto que había sido con alguien.
—Estoy seguro de que sí, pero eso no lo hace correcto. El hecho de que hayas visto cosas peores es el problema, Kage —no estaba acostumbrado a esto, a que alguien se preocupara lo suficiente como para decirme que mi situación estaba mal.
—No me jodas, Joe, así es la vida. Quiero decir, ¿qué más se supone que debo hacer?
—Defiéndete —empecé a reírme de la expresión seria en su rostro.
—Roger es más grande que yo —dije.
—Defenderse no siempre tiene que ser con los puños. Sé que no eres estúpido. Te he visto memorizar combinaciones y hacerlas perfectamente en el saco —bajé la cabeza. No tenía idea de que él se había dado cuenta porque lo hacía cuando se suponía que debía estar trabajando.
—No hay otra forma de defenderse. Prefiero quedarme con Roger y saber lo que me espera cuando llegue a casa que ir a otro hogar grupal o a una nueva familia de acogida donde no sé lo que me espera —mi voz era baja y seguía mirando al suelo.
—Mierda, chico. ¿Qué tan malo fue?
—¿Por qué? ¿Para que sientas lástima por mí? —mi enojo era evidente, pero Joe permaneció impasible.
—¿Por qué estás tan enojado, Kage? —levantó los brazos y pasamos por los movimientos de golpes y bloqueos, lo mismo que hacía con los hombres que venían al gimnasio. Ni siquiera me había dado cuenta de lo naturalmente que me salían los movimientos, todo por observarlo durante los últimos dos meses.
—¡Estoy enojado con el mundo! —estaba tan cabreado que bajé las manos. Él me golpeó en las costillas, gruñí y me aparté de su camino.
—¿Por qué? —me gritó.
—¡Porque esto no debería pasarle a nadie! —le grité de vuelta.
—¿Qué pasó? —me preguntó suavemente.
—Muchas mierdas, Joe —mi voz ahora era más suave y odiaba que quisiera contarle todo.
—Sácalo de tu sistema. Golpéame, golpea el saco, grita si necesitas, solo sácalo —dijo.
Esa noche, nos quedamos en ese ring de boxeo por casi dos horas mientras yo golpeaba a Joe donde pudiera. Él mantenía los brazos en alto y ahí es donde más lo golpeaba. No me devolvió ni un golpe y en algún momento, comencé a llorar. Mis pensamientos estaban llenos de recuerdos de Lorraine y la creciente frustración y enojo se desbordaron.
Me senté en el suelo del ring de boxeo y los guantes subieron para cubrir mi rostro.
—Ella me violó.
—Mierda —Joe se sentó a mi lado y al momento siguiente me envolvió con sus brazos.
Mis hombros temblaban mientras lloraba en su hombro y él me dejó. Simplemente se quedó allí conmigo hasta que terminé de llorar. Me limpió la cara con su camiseta y luego me miró, fijando sus ojos en los míos y vi la ira en ellos.
—Eso no debería pasarle a nadie, Kage, y mantenerlo dentro te matará. Estoy aquí para lo que necesites —nunca había visto a Joe enojado antes, pero ahora estaba furioso.
—Es la primera vez que lo digo en voz alta —confesé.
—¿Quieres ir a la policía? ¿Hablar con tu consejero tal vez?
Negué con la cabeza.
—No, será mi palabra contra la de ella y no tengo pruebas de lo que hizo.
—¿Y el próximo niño? —me preguntó.
—Ella tiene un historial ahora. Nunca más acogerá a otro niño —eso había sido lo único que me había hecho sentir mejor sobre toda la situación.
—Si cambias de opinión, estaré contigo en cada paso del camino. Te creo, Kage —dijo.
Nunca sabría lo que sus palabras significaron para mí. En ese momento, amé a Joe. Lo amé como nunca había amado antes porque nunca lo había hecho. Joe se convirtió en lo único en lo que me enfocaba y parecía que él sentía lo mismo.
Me tomó bajo su ala y desde entonces, solo trabajaba unas pocas horas y entrenaba con él. Crecí unos cuantos centímetros más y no tenía idea de cuándo dejé de beber y fumar. Simplemente había sucedido. Joe no hacía ninguna de esas cosas y él era el único ejemplo que tenía de qué tipo de persona ser.
Me separarían de Joe antes de lo que pensaba, pero Joe siempre sería una fortaleza en mi vida. Joe era seguro y amable, y me había salvado de un camino destructivo que habría terminado con mi vida antes de que siquiera tuviera la oportunidad de vivirla realmente.