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Capítulo treinta

Su sangre aún manchaba mis manos, y no sabía cómo llorar. Se lo habían llevado y podía escuchar la angustia y el dolor de los demás mientras todos lo lamentábamos. ¿Qué me perdí la última vez que hablamos? No tenía ni idea de que estaba suicida o siquiera pensando en ello.

Sloan siempre sonreía aun...