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10 El precio de la protección

Me recuesto de lado, acurrucada en la cama, la suave tela de la camiseta de Marcel acariciando mi piel. El reconfortante aroma de él me envuelve, pero hace poco para calmar el tumulto que agita mi mente.

No puedo creer que haya sido tan ingenua, tan confiada. Ben y Pablo, los hombres que había lleg...