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Segunda parte: continuación del capítulo 16

—Esto es ridículo —susurró Jan—. Tem, díselo —suplicó.

Me volví para mirar a Terence, quien estaba mirando al suelo.

—¿Por qué no te defiendes? —le espeté. Él levantó la vista, me miró una vez y luego se encogió de hombros. Me quedé boquiabierto, incrédulo.

—¿Qué demonios estás haciendo? —le sise...