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Nunca es tarde para volver

—Te amo, Rita, como nunca he amado a nadie —dijo Julia y levantó suavemente su cabeza, capturando sus labios.

Empezó a besarla. Era un beso de reencuentro. Julia estaba hambriento de sus labios, la arrastró al sofá y la hizo sentarse en sus muslos.

Ambos se deseaban intensamente. Era como si ambos...