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10.

Emma

—Amor, déjalos. Probablemente estén cansados y hambrientos por el viaje —dijo el Alfa Angelo besando la cabeza de su compañera.

—¡Oh, Dios mío! Lo siento. Por favor, siéntense —dijo ella, señalando la isla de la cocina. Mis hermanos me mantenían siempre entre ellos. Observaban con cautela...