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Capítulo 67

Finalmente llegamos al lugar, y salté del coche antes de que se detuviera por completo. Corrí hacia la casa, gritando —¡Romeo! ¡Caterina! ¡Enzo!— mientras los guardias me seguían con las armas desenfundadas.

Mi mente estaba a mil después de que mi abuelo me dijera que los niños estaban desaparecido...