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Capítulo 30

—No lo vas a cortar. Parecerás un chico —gruñó Darius.

—Ese es el punto, imbécil. ¡Prefiero no tener maldito pelo a que tú me lo arranques cada vez que puedas!

Kalen golpeó la puerta, exigiendo saber qué estaba pasando, y Darius gruñó y miró a Lycus.

—Encárgate de él mientras yo me ocupo de ella ...